Tú eres la última frontera del Internet de las cosas (IoT). Imagina que hubiera tatuajes o pastillas que invadieran tu cuerpo de sensores y actuadores a nanoescala. Estos dispositivos viajarían a las zonas clave para obtener un flujo constante de información sobre el nivel de azúcar en sangre, hormonas, intercambio de gases, presión arterial, ritmo cardiaco (prácticamente cualquier medida que forme parte de un chequeo rutinario, junto con todo lo necesario para detectar problemas).
De hecho, algún día seguramente contemos con poder detectar marcadores de una infección, un cáncer incipiente, fatiga o depresión —y hacer informes sobre todo ello—. Las posibilidades podrían aumentar a medida que las expectativas puestas en la sanidad y las preocupaciones por la salud aprovechen los datos del entorno, el historial y el ADN; y que las relaciones entre lo que está ya escrito y la criba actual de datos sobre las personas nos lleven a descubrir patrones que revelen irregularidades desconocidas hoy en día.
Al final, incorporar nuestros cuerpos al Internet de las cosas desafiará conceptos tan arraigados como la salud, la enfermedad, la privacidad, el bien público y lo que entendemos como «normal» (especialmente, en contraste con lo mejorado). En mi próximo post trataré más el aspecto social de este tema.Cuerpo eléctrico
Detectores y dispositivos. Aunque se vayan haciendo progresos para crear detectores compatibles con tejido vivo y otros tipos de tecnología, y aparezcan versiones cada vez más pequeñas, no esperes que en un futuro inmediato vaya a llegar una pastilla o un tatuaje que anide en los órganos. La mayoría de detectores podrán implantarse solo en casos de necesidad urgente (por ejemplo, inyecciones de insulina, marcapasos o chips RFID en pacientes con Alzhéimer).
Estos implantes apuntan a que en un futuro todo el mundo llevará dispositivos, pero por ahora la mayor parte de la detección médica se realiza desde fuera. A veces, el usuario tiene un papel activo, como pasa con las muñequeras para medir la tensión, los termómetros y los detectores de glucosa en sangre. En otros casos, como con los aseos inteligentes y los accesorios para hacer deporte de los smartphones, los datos se van recogiendo sobre la marcha. Probablemente, más ejemplos como estos acabarán formando parte de nuestras vidas, incorporados a vasos, tazas de café, maquinillas de afeitar o a nuestra ropa