Resulta que un ingeniero informático ha desarrollado un programa de software que crea aleatoriamente una película distinta cada vez que se visiona: hasta 3 millones de versiones, según el director. ¿Qué será lo siguiente que inventen? ¿Y qué pasará entonces con los clásicos?
E.T. y Elliott huyen de los policías, que están armados con escop… Un momento: ¿están armados con walkie-talkies? Esto no es lo que yo recordaba.
Aunque ya se hacía antes, prácticamente desde la llegada del DVD se puso de moda cambiar, eliminar o añadir alguna escena en obras cinematográficas; ya fuera por una renacida conciencia moral (esa fue una de las razones que argumentó Spielberg para cambiar las armas de fuego del filme original por walkie-talkies, menos ofensivos para el público infantil) o por ser consciente del beneficio que una versión extendida con nuevas escenas y canciones podría reportar, entre otros motivos.
Una obra se puede considerar como un «producto intelectual en ciencias, letras o artes» y, ya sea o no de arte, se entiende como única y terminada, ya no puede modificarse. En el caso del cine, este sería un producto de naturaleza artística (en concreto, el séptimo arte), pues así es definido en los diccionarios monográficos. A diferencia de las versiones 2.0 y siguientes en nuevas soluciones o aplicaciones informáticas, que se consideran el mismo producto (mejorado, más completo o más eficaz), yo haría una salvedad en el caso del arte cinematográfico.
Es cierto que el apasionado de una obra de arte (una película, en este caso) siempre va a querer más sobre su objeto de admiración: bibliografía del autor —oficial y no oficial—, rumores sobre el nacimiento de la idea alrededor de lo que fue o no pudo ser, aquellos que rechazaron su genial obra… Pero, ¿un enamorado de la obra aceptaría una versión 2.0 o exigiría el original, como pieza única que es? No hay solo una respuesta.
Tomemos un producto cotidiano, como puede ser un champú de una marca determinada. Tiene una fórmula muy perfeccionada y aceptación en el mercado. Pero a través de una herramienta de monitorización de las redes sociales se hace un estudio, y este revela que un tanto elevado de la muestra compraría el producto si tuviera un olor frutal. ¿No añadirías al champú un agradable olor a coco? Esto me lleva a la conclusión de que con las soluciones adecuadas —con la ayuda, en este caso, de estas herramientas inteligentes— las siguientes versiones mejoran el producto.
Veamos ahora un producto más artístico, un libro. También se puede mejorar: tener una reimpresión o, incluso, una reedición. En el primer caso, el libro no sufriría ningún cambio, salvo alguna pequeña corrección, por lo que resultaría el mismo producto, mejorado. En el segundo, se modificaría algo más relevante con respecto a la edición anterior, por lo que cambiaría su esencia y podría no ser el mismo producto.
Volviendo a la obra cinematográfica, igualmente, una cinta puede ser remasterizada, donde los cambios no serían significativos, o, también, versionada, sufriendo cambios relevantes en su forma externa o en su contenido. Centrándonos en esos cambios sustanciales, veo que, si se hacen nuevas versiones, el producto cambia, lo que el autor crea es una obra alternativa, ya no es la misma.
Si hay más de una versión, en mi opinión, la obra pierde entidad, puede ser complicado saber cuál es la verdadera obra. ¿Lo son todas? ¿Una sola? Las otras versiones, ¿qué son entonces? Unos se decantarán por ver diferentes versiones y otros opinarán que hay escenas que deberían quedarse entre las curiosidades y escenas eliminadas del dvd de extras. ¿Con qué versión te quedas, con la 1.0 o con la más actualizada?
Marïa Luisa, que reflexión más buena. En mi opinión, totalmente personal, la esencia del cine es «acatar» el final, feliz o no, de una película y que sea único e inamovible.
Esto de tener varios finales me recuerda a una colección de libros que se llamaba «elige tu propia aventura» donde según las decisiones que tomabas ibas saltando de una página a otra y podía tener varios finales….
Me alegro de que te haya gustado, Esther.
Precisamente tenía esos libros en la cabeza cuando me rondaba la idea de este post. El autor escribía varias versiones alternativas que multiplicaban el número de historias posibles, diferentes cada vez.
Lo que muchas veces no tenemos en cuenta es la historia detrás de los bastidores: hasta el momento en el que se llega a la película terminada, el original ha sufrido eliminaciones o invenciones de personajes, finales alternativos que a unos u otros no han gustado nada, modificaciones de guion por exigencias de producción… En conclusión, la obra surgida de la pluma —o teclado— del autor no es la misma que llega a nosotros.
Buen post!! Y como siempre, abriendo debate 🙂
En mi opinión (y tratando únicamente la parte de las películas), creo que no se puede decir que la «versión 2.0» sea mala o buena, que hay casos y casos.
Las remasterizaciones suelen gustarme, pero en cuanto a las versiones hay ocasiones en las que me parecen bastante correctas y que muestran cosas nuevas sin perder la esencia de la película o que te dan un nuevo punto de vista (por ejemplo «memento», que tiene una versión alternativa en la que suceden las cosas cronológicamente al revés). Pero también existen versiones que a mi parecer no aportan nada, y que no termino de entender que se produzcan (como por ejemplo, las dos versiones de «Funny Games», que pese a que se llevan 10 años de diferencia, son exactamente iguales).
María Luisa, me ha parecido muy interesante tu post. Creo que las dos ideas que se enfrentan aquí son el concepto de obra artística como «única y terminada», casi intocable, y el hecho humano de «querer más» de algo que nos gusta. Y el término medio que el mercado del cine ha encontrado hasta ahora es un DVD aparte con las alternativas, dejando intacta la «obra». Romper ese equilibrio me parece muy arriesgado, supongo que es el dilema de la innovación. Enhorabuena!
De eso se trata, Fede, ¡creemos debate!
Como decía en el post, los cambios que podemos esperar de una remasterización no afectarían a aspectos esenciales (¿Qué opinas de colorear las películas en blanco y negro?). Caso diferente son las versiones. En concreto, no conocía el caso de Memento, que escribes tú, pero, por lo que cuentas, presenta una alternativa muy atractiva… ¿Merece un segundo visionado?, ¿consideras que debería seguir llamándose Memento?
Eso depende, si te gustó la primera versión seguramente disfrutes también de esta, pero no la recomendaría a nadie que no hubiese visto la versión original.
¡Cómo se nota que trabajas en un centro de innovación, Carmen! Siguiendo la línea de “aplicar ideas nuevas a problemas conocidos”, en el caso del cine nos encontramos con el problema de “querer siempre más”, que me comentas, que lleva a las productoras a plantearse estas modificaciones de la obra cinematográfica. Aplicado a un producto no artístico, sin embargo, es más fácil saber dónde está el límite entre una versión y un nuevo producto.
Qué bueno María Luisa !! Me gusta el post: ya era hora de hablar un poco de cine ….y algoritmos !!! Eso sí me crea un cierto conflicto. Yo hay que películas que veo unas cuantas veces (imagino que como todos cuando nos da por algo) y mi elemento de vinculación con la peli es que «pase» lo que tiene que pasar, lo que siempre ha pasado…..ya que eso que ha pasado ya no es de la peli…es mío !!! Y si me lo cambian cada vez que la veo ya no creo que me identifique tanto con ello. El conflicto es que como me considero creativo y esas cosas relacionadas con la innovación parece que sería más de mi modo de ser el gusto por el cambio constante en las películas….. (Igual me estoy haciendo mayor (más) y me vuelvo más clásico).
¡Muchas gracias, David!
Yo también creo un vínculo especial con las películas, libros, canciones que me gustan. ¿A qué lector no le ha pasado que ha creado un mundo, unos personajes concretos, a raíz de las características descritas en un libro, y luego la película nos cambia la idea que teníamos del protagonista, de la casa del detective…? Una sensación parecida nos puede dejar una película modificada su versión. Aunque podrían verse como cambios para mejor, como una corrección de fallos que en su día no pudieron subsanarse por falta de presupuesto o desacuerdos con el director creativo. Es más, ¿por qué no aplicar nuestro conocimiento para crear múltiples universos (¿has visto ya el enlace a la película de las mil versiones?) e innovar en este campo?
Muy buen post, muy interesante. La verdad es que ver una versión «modificada» de una peli que te gusta tiene su morbo. Yo estoy completamente a favor de ello. Creo que muchos autores, con el tiempo, desean modificar algo de lo que hicieron en su momento y con lo que ya no se sienten identificados. Ya existía en la pintura clásica: el famoso «arepentimento», que no es otra cosa que pintar sobre lo hecho para cambiarlo.
María Luisa, ¡sigue haciéndonos pensar!
Interesante reflexión, Mª Luisa. En el plano lingüístico y según la RAE, una versión no es más que el «modo que tiene cada uno de referir un mismo suceso», una misma cosa; por lo que parece que tu idea de «obra única» es más que acertada y las versiones no deberían cambiar la esencia del original, la 1.0.
Sin embargo, «versión» como sinónimo de traducción (en cuanto a figura retórica) empezó en algún momento a usarse en el campo de la innovación (entendida, también en palabras de la RAE, como «creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado», o sea, lo que hacemos nosotros) para nombrar cada uno de los resultados conseguidos en un producto con cada cambio y mejora; por lo que parece que, al menos en este contexto, deberíamos quedarnos con la más actualizada.
Sí que es cierto, Cris. Ver una versión “modificada” de una peli tiene su morbo y su sorpresa: descubrir, en una escena más que conocida, que el personaje podría haber tomado otra decisión o, volviendo a la idea que expones del arrepentimiento, ver qué pinceladas escondía el pintor antes de rectificar el cuadro. Como comentaba en el post, siempre vamos a querer más sobre nuestro objeto de admiración, más material, más obra. Pero, ¿de dónde sacamos más obra? ¿Qué es obra y qué bocetos, opciones desechadas y recuperadas?
¡Qué buen post, María Luisa! Me has hecho reflexionar mucho sobre el tema de las diferentes versiones de una película.
Personalmente, yo me quedo con la versión 1.0, porque creo que no me gustaría que cambiaran aspectos de películas que consiguieron fascinarme una vez tal y como eran.
De todas formas, en general no suelo «repetir» películas, porque a veces me ha decepcionado el segundo visionado ya que me había creado una mejor primera impresión, ¿será por el efecto sorpresa? Supongo que también tiene que ver con la teoría de la recepción, y depende del receptor, del momento histórico-social en que se encuentre y de que un mismo receptor no es completamente la misma persona que cuando vio por primera vez esa misma película. ¿Te ha pasado a ti alguna vez? Puede que eso les pasara a los pintores con el arrepentimiento que Cris apuntaba en su comentario.
Así que creo que también dependerá un poco de esto el hecho de que nos gusten o no las posibles adiciones o modificaciones que se hagan sobre una cinta.
Muy interesante el origen de versión en el campo de la innovación, Mónica. Imagina por un momento que las obras cinematográficas pasaran a ser tratadas como cualquier otro producto, y tuvieran que pasar igualmente por diferentes versiones para mantenerse actualizadas. Al igual que nuestro test de inglés ha sufrido cambios que han mejorado el producto con cada versión, una película de terror de 1979, pongamos por caso, podría ir evolucionando de la misma manera: la actriz de 1989 llevaría otro tipo de vestuario, la de la década siguiente no se asustaría por un simple poltergeist … Ya no existiría la expresión «Qué mal ha envejecido esta película».
Gracias Por el post Mª Luisa, al leerlo me ha venido a la mente la película Pretty woman, un ejemplo de que la verdadera historia no siempre coincide con la que versión original. En este caso la historia no fue tan bonita ni con un final feliz como el que nos contaron:
http://www.europapress.es/cultura/cine-00128/noticia-asi-era-verdadera-historia-pretty-woman-20141105102835.html
A mí personalmente me habría encantado ver la peli basada en el guión original, pero claro imagino que no habría tenido tanto éxito…
¡Gracias, Silvia! Eso pretendía, fomentar la reflexión.
Totalmente de acuerdo con la teoría de la recepción. Creo que una obra nos marca de una manera u otra dependiendo no solo del objeto en sí mismo, sino de la circunstancia del que observa la obra. En mi caso, y como imagino que le ocurrirá a mucha más gente, el componente emocional del momento en el que ves una película/lees un libro/escuchas una canción, etc., es clave para la interpretación y recepción del producto artístico. Así, no me sentó bien volver a ver La historia interminable, al igual que a Michael Ende no le gustó esta versión cinematográfica en ningún momento ( http://bit.ly/1v4e7HD ), con o sin circunstancia.
Me alegra que te guste, Bea. Con este post pretendía abrir un debate sobre las semejanzas y diferencias de versionar un producto al uso y un producto artístico. A veces se tocan, ¿no crees? Como el caso que me cuentas de Pretty Woman, todo un hito del cine de los 90. Al igual que otros productos, tuvo su versión beta, desechada entre otros motivos por no estar en la línea editorial de la productora. ¿Qué habría sido de la película si hubiera seguido adelante como el drama que nos ofrecía el guionista original? Nunca sabremos si, simplemente este producto se habría dirigido a otro target y hubiera triunfado en ese nicho, o se hubiera quedado en el olvido; o si ni siquiera hubiera salido, como ocurre con otros tipos de productos, que no pasan del prototipo.
¡Muy buena la entrada María Luisa! Siguiendo con la definición de Carmen, si una obra debe ser «única y terminada” para considerarse como tal, ¿en este caso la obra sería el algoritmo pero no así las versiones de la película que genera? Estas últimas sería productos o resultados de la obra pero no se considerarían obras artísticas ¿no?
¡Me encanta cómo le has dado la vuelta, Pablo! Es un nuevo punto de vista. En efecto, ciñéndonos a la definición de obra como producto único y terminado, esta sería el algoritmo que hace posible las miles y miles de versiones, que serían los productos; como explican los realizadores de Papá, se filmaron tres cierres para la película, que se dividieron a su vez en varias partes, que son combinadas aleatoriamente por un software alojado en el dvd cada vez que el film vuelve a comenzar. Podríamos pensar que la película como tal no existe, sino miles de películas.
Un post realmente interesante María Luisa, desconocía la existencia de la película de los 3 millones de versiones que da lugar a tu reflexión. Me gustaría aportar mi opinión, algunas ideas y curiosidades al debate sobre este tema.
Personalmente pienso que la interpretación de un producto artístico depende del consumidor. Aunque el creador de dicho producto quisiera plasmar una idea o serie de ideas finalmente es el consumidor de ese producto quien tiene la última palabra a la hora de interpretarla en base a sus capacidades y su bagaje cultural.
Puede que la idea principal llegue con claridad al espectador en el caso de una película, pero si la película es lo suficientemente ambígua las posibles interpretaciones de la misma se multiplican sin necesidad de multiplicar el metraje alternativo del producto original.
También esta el caso de las películas de culto, que inevitablemente se vuelven productos artísticos dinámicos sujetos a nuevas «versiones mejoradas» con el paso del tiempo, obedeciendo entre otras a la voluntad capitalista de exprimir económicamente al fan incondicional (Star Wars y sus infinitas remasterizaciones, precuelas, secuelas, etc. o las 5 o 6 versiones de Blade Runner con su futura segunda parte).
También conozco el caso de un ejercicio de «vuelta de turca» sobre la novela de Drácula escrita por Bram Stoker que le da totalmente la vuelta a la interpretación del libro original sin cambiar una sola coma (se puede leer aquí: http://jbcoleto.blogspot.com.es/2012/06/realmente-es-dracula-una-novela-sobre.html).
En este ejercicio de reinterpretación de la novela original de Bram Stoker se plantea la posibilidad de una historia que no trata sobre vampiros, sino sobre gente que cree en vampiros y que podrían haber sufrido un complejo episodio de paranoia y psicosis colectivas. Recordad que Drácula es una novela epistolar, contada a través de los diarios, grabaciones y notas de prensa de unos personajes de los que debemos fiarnos para pensar que se enfrentaron a un ser sobrenatural y no al fruto de sus delirios.
En el caso de Memento no comulgo con una versión ordenada cronológicamente, ya que pienso que mutila la obra original sólo quizás para hacerla mas comercial y accesible. La forma en la que esta contada originalmente pienso que es muy importante ya que nos ayuda a identificarnos con la dolencia del protagonista y aporta un resultado mucho mas original e interesante a la obra.
Sé de la existencia de algunos productos interactivos en formato DVD, muy al estilo de los libros de Timun Mas de Elige tu aventura, cómo por ejemplo The Scourge of Worlds: A Dungeons & Dragons Adventure (http://www.imdb.com/title/tt0375048/), en la que a medida que va avanzando la trama puedes ir seleccionado entre varias opciones con distintos resultados y finales.
Pienso que una película dinámica gracias a las nuevas tecnologías puede ser muy interesante para productos concretos o para experimentación artística, pero espero que no se generalice, ya que un producto terminado también puede ser dinámico sin necesidad de alterarlo, tan sólo viéndolo desde otra perspectiva.
En cualquiera caso en un futuro lo que si pienso que puede llegar a surgir es algún tipo de producto cinematográfico basado en la retroalimentación del público en tiempo real, películas que muestren versiones, detalles o finales alternativos en función de las reacciones, la edad u otros factores de la persona que lo visione.
Lamento la extensión y la excesiva carga de pedancia por milímetro cuadrado de mi comentario, espero que si has leído hasta aquí te haya parecido un aporte interesante.
Tomás, muchas gracias por tu aportación. Con casos como los ejemplos que comentas (me ha encantado la interpretación de la novela de Stoker) veo que hay una intención de seguir la línea de las películas dinámicas. Podría ser la evolución natural del producto cinematográfico, o, como tú dices, de ciertos productos; aunque, como tú, espero que no sea la tónica general y no se extienda a toda la industria.