Es conocido por todos que Góngora y Quevedo, nuestros dos excelsos poetas barrocos, se enfrascaron en una contienda de sonetos ingeniosos y ofensivos el uno contra el otro. Quién no recuerda el famoso soneto “Érase un hombre a una nariz pegado”. Tradicionalmente se ha explicado esta disputa como el enfrentamiento entre dos formas de entender la poesía: la dificultad en el uso de los conceptos (producto del ingenio) y la dificultad retórica y estilística (producto de una cultura clásica profunda). Quevedo achacaba la oscuridad gongorina a los excesos léxicos y lo hizo expreso en el soneto Aguja de navegar cultos con la receta para hacer «Soledades» en un día, y es probada.
Este soneto es un excelente ejemplo de categorización léxica, ya que Quevedo pretende imitar el estilo gongorino con una selección de palabras distintivas. Utilizando la aplicación del IIC de comparación de textos (Análisis Comparativo de Léxico (ACL)), comprobamos las palabras del soneto y su frecuencia real en la obra poética de ambos autores (ver Ejemplo 1). La primera sorpresa es que de las 40 palabras que Quevedo asocia con Góngora, 8 palabras nunca fueron empleadas por el poeta cordobés y solo tres (joven, canoro y errante) son características de su estilo. Quevedo estaba, por tanto, equivocado. Primera conclusión: los resultados cuantitativos son sorprendentes e inesperados, contrastan con las intuiciones cualitativas de los comentaristas literarios.
Pero los resultados sorprendentes no acaban ahí: las dos palabras más distintivas de cada autor son la conjunción y (en Quevedo) y la conjunción o (en Góngora). Naturalmente, nuestros poetas las emplean, pero significativamente se inclinan más por una que por otra. ¿Cuál es la causa de dicha preferencia, mucho más allá de la frecuencia habitual de ambas palabras en un texto cualquiera?
Sabemos que la disyunción “o” se suele asociar con la variación en el plano paradigmático, es decir, con la propuesta de sinónimos o palabras de distribución similar en un contexto específico. Esto se asocia con la concepción estilística del culteranismo (Góngora y sus seguidores), que intenta dispersar el significado de forma laberíntica, en largos periodos, para provocar extrañeza mediante un desafío cultural e intelectual.
Por el contrario, la conjunción “y” se asocia con la variación en el plano sintagmático, en tanto que sucesión de oraciones y sintagmas (y no tanto de palabras). Esto provoca cierto dinamismo conceptual. Así podemos decir, que para Quevedo, lo esencial es relacionar dos ideas “de una manera rápida y picante” (como diría Menéndez Pidal). Por ello, como recurso estilístico, tanto la elipsis (la supresión de algún elemento oracional) como la conjunción “y” son esenciales en Quevedo.
Segunda conclusión: las palabras gramaticales parecen más características a la hora de definir el estilo de un autor de lo que tradicionalmente se había sospechado. Seguramente el lector no ha caído en la cuenta de que su propio estilo también muestra esta tendencia general.
En la PARTE 2 de este post, aportaremos algunas posibles interpretaciones del uso léxico distintivo, centrándonos esta vez en los conceptos o ideas expresados.
Qué post tan interesante !! Enhorabuena Antonio. Por llevar el ascua a mi sardina … hay toda una tradición de estudio de lo psicológico en la que se trata de identificar lo que decimos con lo que somos. Desde este punto de vista no solo las palabras identificarían nuestro estilo como autor de textos sino también nuestro estilo particular de comportarnos … Sería sumamente interesante utilizar ACL para este fin
¿No sería interesante aplicar esta herramienta al discurso de algunos de nuestros insignes políticos? Tal vez encontremos una explicación de los esquemas mentales por los que nos han conducido hasta la situación en la que nos hallamos.
David, no lo había pensado desde la perspectiva psicológica. Me imagino que el procedimiento sería proyectar el estilo lingüístico con el estilo de comportamiento y validarlo de alguna manera. Para eso hace falta alguna referencia teórica o modelo descriptivo que no conozco. Si te animas a probarlo con algún caso claro de comportamiento lingüístico y psico-social estaría muy bien. ánimo.
Cristina, la idea de usarlo para comparar discursos políticos es inmediata. Y seguro que nos podemos llevar alguna sorpresa, como con Quevedo.
En la aplicación ACL hemos puesto también la comparación entre dos Constituciones españolas, la de 1812 y la de 1978, y los resultados reflejan la organización política de cada época.
Esmado me parece acertado la técnica del ACL. entiendo que me ayudará mucho en esclarecer aspectos desconocidos entre muchos escritores que influenciaron y otros que solo son imitadores, sin originalidad y por decirlo así, sin talento semejante a un cíclope ciego.
Perogrullada inmensa, conclusiones huecas y bestialmente generales.
Las palabras que priman en la obra de ambos poetas son… … dos conjunciones: «y», «o». Perfecto.